Por Enrique De Marchena Kaluche
Publicado en el Periódico Listín Diario el 27 de Febrero, 2016
Las preguntas más frecuentes que he recibido en los últimos dos meses sobre el estado actual de la industria turística son: ¿Estamos tan bien como se dice? ¿Qué opinas sobre Cuba? Mis respuestas han sido consistentemente las mismas.
Sí, estamos muy bien en cuanto a arribo de visitantes, tasas de ocupación y gasto promedio diario por turista. Estaremos mejor en el mediano plazo si hacemos lo que corresponde, ya que el cuatrienio 2016-2020 se vislumbra muy alentador para la inversión turística.
En cuanto a la segunda, Cuba ha sido competencia nuestra desde los años noventa, cuando su Gobierno entendió que el turismo le ofrecía la mejor oportunidad de desarrollo. La competencia arrecia sin dudas, pero su avance turístico no será un proceso tan rápido como se cree, y ahí está nuestra oportunidad.
Explico los argumentos en que se sustentan mis dos respuestas, con las limitaciones de espacio conocidas.
El turismo está en un proceso de diversificación de sus destinos y sus productos; apoyado, principalmente, por la importante inversión de los últimos cuatro años en infraestructura pública dirigida a la expansión del sector, política pública que se justifica por el efecto transversal de la actividad turística. También, ha sido determinante la aceptación de que los recursos dedicados a la promoción bien dirigida y administrada es una buena inversión.
En mi opinión, el mayor logro del sector en el año 2015 fue la construcción y puesta en operación del puerto turístico Amber Cove en Puerto Plata, una clara alianza público-privada que la Provincia de Puerto Plata ha asumido como su ventana de oportunidad, que incluso ha provocado un aumento de vuelos y del interés en la inversión como lo demuestran en el aspecto hotelero, por ejemplo, la apertura del “Sunscape Puerto Plata” de la cadena AM Resort, del “V Puerto Plata” la marca sólo adulto de Viva Resorts, y la renovación del “Gran Ventana” de Victoria Resorts, todos en Playa Dorada.
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Sigamos con Playa Grande, que calladamente da pasos importantes con la pre-apertura del Aman y del campo de golf, el Playa Grande Hotel y la infraestructura del proyecto; y más aún con el proceso de diseño y pronta construcción de villas, que ampliarán la impresionante colección ya existente en el proyecto inmobiliario turístico “Orchid Bay” en Cabrera.
Samaná es el “paraíso soñado” que de la mano de inversionistas dominicanos, españoles y franceses espera un mayor apoyo de las autoridades municipales y nacionales para pasar a su próximo nivel de desarrollo. Mientras, disfruta de una diversidad de playas semi-vírgenes y de una gastronomía de envidia a excelentes precios.
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Miches, de la mano del Gobierno y de don Gustavo y Adriana Cisneros tiene una gran oportunidad. Con una belleza natural que paraliza el aliento, el inicio de Tropicalia supone abrir una ventana al progreso a una región que ha vivido de una ganadería y agricultura de escaso desarrollo. Mi pronóstico es que Tropicalia atraerá muchas nuevas inversiones, si lo apoyamos.
Bastan unos pocos datos para demostrar lo exitoso que es el destino Punta Cana. El 65.9% de los turistas recibidos en el 2015 llegaron por su aeropuerto. Además, el año pasado la ampliación o construcción de nuevos hoteles, que suman 5,720 habitaciones, mostró que mientras el incremento de la oferta de habitaciones total del país es de un 6%, en Punta Cana es de un 19%. Igualmente, las 4,161 habitaciones en proceso de renovación, reportadas el año pasado, se encuentran en esta región.
Además, registra un dinámico proceso de diversificación de sus productos y sus servicios, como los muestra Coco Bongo, el Blue Mall Punta Cana, un nuevo delfinario, la apertura de la Ciudad Ecuestre de Cap Cana, el nuevo Pearl Club y la escogencia de su aeropuerto para hacer el proceso de migración y aduanas de los Estados Unidos a los pasajeros de los vuelos con destino a ese país.
Juan Dolio, que de zona hotelera fue convertida en destino de turismo inmobiliario, vive un resurgir de su industria hotelera de la mano del mercado canadiense, en búsqueda de sol y playa a precios razonables empujados por la erosión del poder adquisitivo de su moneda en los últimos meses.
Santo Domingo apunta a convertirse en un destino turístico y de negocios con una excelente y diversa oferta hotelera, gastronómica y cultural, aunque debe enfrentar los múltiples desafíos de planificación, ordenamiento, caos en el tránsito vehicular, carencia de parqueos, inseguridad y otros, los cuales son solo algunos de los temas a resolver. Y la puesta en operación de un centro de convenciones a la medida de la ciudad, no más pero no menos. El cuatrienio 2016-2020 demanda un “manos a la obra”.
El Sur y el Sur profundo están en su momento para despegar a la luz de la iniciativa de las familias Rainieri, Rizek, Selman y Read en Baní, y por supuesto la decisión del presidente Medina de convertir a Pedernales y Bahía de las Águilas, otrora botín político, en un modelo de desarrollo turístico sostenible.
Sobre Cuba, creo que su proceso solo lo detienen los cubanos. Pero sus desafíos son mucho mayores que los nuestros. Con un limitado inventario de habitaciones subirán los precios y un mercado con mayor poder adquisitivo desplazará al otro, pero al mismo tiempo deberá responder a mercados más exigentes en todos los servicios. ¿Se convertirá Cuba en Shanghái? Ya veremos.
Mientras, nosotros debemos aprovechar el próximo cuatrienio para hacer la mayor apuesta al desarrollo del turismo de las últimas cuatro décadas. El futuro es sólo de nosotros y del Gobierno que elijamos.